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"Girando sobre su eje, y describiendo un amplio círculo por entre los infinitos campos del espacio, está un planeta del sistema solar, que lleva sobre su superficie una inmensa población sujeta al pecado, la enfermedad y la muerte" (John Thomas, Elpis Israel, pág. 1). ¡Cuánta verdad hay en esto! Hombres y mujeres siempre han estado y están sujetos al pecado, la enfermedad y la muerte. ¿Por qué es así? ¿Cómo se produjeron estas circunstancias? ¿Cuál será el fin? Hay sólo un lugar donde está la respuesta a estas preguntas. Acudamos a la Biblia y ahí encontremos la verdad en cuanto al origen y destino del hombre. El relato empieza así: "En el principio Dios creó...". Esto creemos. Aquí debemos empezar. Dios hizo el cielo y la tierra y todo lo que vive sobre ella. No podemos armonizar la idea de la evolución con lo que revela la Biblia. No puede reconciliarse la especulación humana con la revelación divina. Todo lo que sigue de ahí en adelante en la Biblia depende de la literalidad de los acontecimientos consignados en los primeros capítulos del libro de Génesis. Si no son literalmente ciertos, entonces la obra de Jesucristo no tiene significado. No puede haber entendimiento del evangelio o del propósito de Dios, a menos que creamos que la tierra y el hombre son los temas de la creación divina. En estos capítulos de Génesis tenemos el relato de la creación de Adán y Eva. La narración es perfectamente clara: "Entonces Yahvéh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). Eso es todo. Un "alma viviente" es un "ser viviente". Nada se dice acerca de dar a Adán un "alma", ni de "almas" inmortales. El hombre era el alma; exactamente de la misma manera que ahora nos referimos a una persona como un alma. Entonces la mujer fue hecha del hombre, formada de Adán mientras éste se hallaba en un profundo sueño. Los dos fueron puestos en el jardín de Edén, y aprendemos que a Adán se le dio un mandato en particular. "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2:16-17). Evidentemente, Eva estaba consciente de esta prohibición. Fue puesta como una prueba de obediencia para ambos. Entonces entró en escena la serpiente. Tenía el poder de hablar, y engañó a Eva, dándola la seguridad de que si comía del fruto prohibido, no morirían. Eva fue engañada; comió y le dio a Adán. De este modo se hicieron transgresores y quedaron sujetos a la penalidad prescrita. "Entonces fueron abiertos los ojos de ambos", y quedaron conscientes de que habían pecado. Por esto se dieron cuenta de su desnudez y se hicieron coberturas de hojas. Pero había una desnudez del pecado, y esta no la podían cubrir. Presentaron excusas por su trasgresión, pero de nada valió. Luego vinieron unas notables declaraciones que tenían significado para ese tiempo y para siglos después. Se hicieron promesas que tenían que ver con la eliminación del pecado y la muerte que habían entrado en el mundo. Dos puntos de crítica pueden surgir aquí: '¿No pudo Dios haber prevenido estos desafortunados sucesos? Y, ¿es este relato de Génesis, de cosas tan pequeñas, realmente la raíz de la historia de la raza humana? La respuesta a la primera pregunta es sí; Dios pudo haber hecho de una manera diferente lo que hizo; pero se permitió que ocurrieran tales acontecimientos teniendo presente un gran propósito. La respuesta a la segunda pregunta es sí; hay grandes cosas con comienzos pequeños. Es correcto decir que toda la raza humana ha sido condenada a aflicciones y muerte porque una mujer y un hombre comieron cierto fruto prohibido. Así es como empezó la historia. Pero debemos regresar a lo que se dijo después de la trasgresión: primeramente, fue maldecida la serpiente. Luego vinieron estas palabras un tanto crípticas: "Pondré enemistas entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Génesis 3:15). Después de esto vino la maldición sobre la tierra. De ahí en adelante produciría espinas y cardos, cuya eliminación requeriría una ardua labor. Entonces se le dijo a Adán: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (v. 19). Después de esto, al hombre y a la mujer se les proporcionó ropa hecha de la piel de un animal, y fueron expulsados del jardín y se les prohibió acceso al "árbol de la vida". Este es sólo un breve resumen de lo que ocurrió, así que le pedimos que lea los primeros cuatro capítulos del libro de Génesis. Ahora bien, las transacciones mencionadas forman la base de toda futura operación de parte de la Deidad en conexión con la raza humana. El propósito completo de Dios se basa en estas cosas, según testifica ampliamente el Nuevo Testamento. Jesús mismo se refirió a lo que sucedió "al principio" (véase Mateo 19:4), y hay muchas referencias en los escritos apostólicos. Para citar un ejemplo, el apóstol Pablo escribió en su Carta a los Romanos: "Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). Pablo está hablando del plan de salvación de Dios, y muestra que el propósito de Dios es corregir lo que se permitió que ocurriera cuatro mil años antes. Ahora bien, queremos estar absolutamente seguros de los hechos que nos enseña Génesis. Pablo escribe: "El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte". La muerte vino sobre el género humano, tal como sigue ocurriendo desde entonces. Como Pablo también escribió: "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). ¿Qué entendemos referente a la muerte? No debería necesitar una definición. Es lo opuesto de la vida, el fin de ella. Pero algunos afirman que la muerte es la entrada a la vida. La Biblia no dice eso. Llama a la muerte un enemigo (1 Corintios 15:26). No debemos sustituir el sentimiento o la tradición y filosofía humanas por la verdad bíblica. La muerte viene a todos, y con ella cesa la vida. Llamar a la muerte la entrada a la vida convierte en absurdo la enseñanza apostólica de que "la paga del pecado es muerte". ¿Cuál deberíamos aceptar: el razonamiento y filosofía humanos, o lo que enseña la Biblia? Lo primero especula, lo último habla con autoridad. Si queremos la verdad debemos enfrentar los hechos. Por nuestra naturaleza mortal y corruptible vamos al sepulcro. EL PECADO NOS MANTENDRÁ AHÍ. De este modo se nos lleva al mensaje de salvación que está en la Biblia; si los pecados son perdonados, entonces puede haber RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS y vida eterna. Esto puede ser difícil de aceptar para algunos lectores, pero les instamos a que no se detengan aquí, diciendo: 'no puede ser cierto'. Con paciente estudio usted encontrará que el plan de salvación de Dios es salvar--no del fuego del infierno--sino de las garras del sepulcro, de la paga del pecado, de la muerte. Volvamos ahora a los versículos del capítulo 3 de Génesis, que ya han sido citados. Es evidente que aquí se quiso decir algo más que un conflicto entre serpientes y la raza humana. La serpiente representa el error (pecado). La mujer representa la verdad. Y "enemistad" estaría entre ellos.Leemos acerca de la enemistad entre la "simiente" de la serpiente y la "simiente" de la mujer. Quizás se entendería mejor la palabra "descendientes". ¿Cuál era la "simiente de la serpiente"? La Biblia es su propio intérprete, y encontramos un pasaje que explica la frase. En Lucas, capítulo 3, versículo 7, leemos como Juan el Bautista reconvino a los hombres que querían que él los bautizara. Les llamó "generación de víboras" (Revised Versión, "linaje de víboras"). Significaba que ellos tenían la mentalidad de la serpiente"; pensaban, hablaban, y actuaban en contra de la ley y mente divinas, como lo hizo la serpiente en el principio. Ahí estaban hombres y mujeres representativos, que tenían su contraparte desde los días de Adán en adelante. En realidad, a la mayor parte de la raza humana se le puede llamar la "simiente de la serpiente"; porque ha seguido y aún sigue según su propio camino, y no tiene inclinación por el camino de vida que Dios ha pedido al género humano. Es el camino del hombre natural. La Biblia nunca sugiere que en el género humano hay una bondad innata. Muestra el reverso. Por naturaleza tenemos una "mente carnal", la "mente de la carne". Semejante mente sólo puede cambiar por medio del conocimiento de los principios de rectitud que revela Dios. Tales principios y preceptos ahora sólo pueden hallarse en la palabra escrita de Dios. ¿Qué hemos de entender por la "simiente de la mujer"? Implica algo contrario al orden natural. La explicación viene en primer lugar en la profecía que se dio a Isaías hace algunos siete siglos antes de J.C. La hallamos en Isaías 7:14: "La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel". Acudimos entonces al Nuevo Testamento, y tanto Mateo como Lucas consignaron el nacimiento de Jesús como el Hijo de Dios, no de José. Jesús de Nazaret era la "simiente de la mujer". Y su "talón" había de ser herido, mientras que él debía herir a la serpiente en la cabeza. Este es un lenguaje crítico y simbólico, expresado de esa manera porque profetizaba acontecimientos que se cumplirían 4000 años después. Para explicarlo brevemente: "la simiente de la serpiente", hombres inicuos, dieron muerte a Jesús. Pero él resucitó de entre los muertos. De este modo fue "herido en el talón", es decir, fue abatido, pero no permanentemente. Él hirió a la simiente de la mujer en la cabeza. Es decir, que por su sacrificio, el pecado fue condenado y él ganó la victoria sobre la muerte - quand al resucitar de entre los muertos, fue hecho inmortal y, como el apóstol Pablo escribió, "vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen" (Hebreos 5:9). A él se le debe contrastar con Adán. El primer hombre fue el primogénito de la creación y por su desobediencia trajo la muerte al mundo. A Jesús se le llama "el segundo hombre"; por su obediencia a Dios trajo la vida al mundo y por eso es el 'primogénito de la nueva generación'; el primero de los inmortales que han de heredar el reino de Dios. Estas comparaciones están hechas por el apóstol Pablo en el capítulo 15 de la primera Carta a los Corintios (véase los vs. 47-57). Lo que hemos procurado mostrar es que (1) el pecado y la muerte son realidades que afectan a todo el género humano; (2) el plan de Dios ha de ponerles fin; (3) Jesucristo es aquel que fue predicho como el redentor del género humano; (4) por él se puede obtener la salvación; (5) no hay esperanza de vida eterna aparte de la fe y creencia en la obra de Dios por medio de Jesucristo. Lo anterior no constituye todo el evangelio. Hay otros aspectos vitales de este, que la Biblia enseña, y pasaremos a un aspecto muy importante del evangelio en nuestro siguiente capítulo. |