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Hermandad Bíblica:

la protección de la Verdad

 

'NATURALEZA Y CONDICIONES

DE LA HERMANDAD EN LA VERDAD'

                                                                  por Robert Roberts                                                                                                                                

La verdad es profesa y manifiestamente una materia "angosta". Jesús declara esto cuando dijo: "Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida". Después se refirió a este "camino" como "la verdad", diciendo: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres"; y también: "Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz".

 

La estrechez de la verdad es uno de los obstáculos para su aceptación general. A la gente no le gusta verse restringida por doctrina o práctica. Es también una de las causas de la activa tendencia a la corrupción que se ha manifestado entre aquellos que abrazan la verdad desde el día mismo en que fue establecida apostólicamente en Jerusalén. Es inconveniente estar sujeto a restricciones en nuestros tratos con nuestros semejantes en la verdad o fuera de ella. Si fuese un asunto de elección, todos preferiríamos una libertad absoluta. Pero nadie que reconozca a Cristo como el supremo maestro puede pensar en la libertad en el asunto. Si hacemos de la libertad nuestra norma, sólo podemos tener la libertad de aquellos que hacen a Cristo a un lado, diciendo en las palabras de los inicuos: "Nuestra es nuestra lengua, ¿quién es Señor sobre nosotros". Ninguno que verdaderamente conozca a Cristo desearía esta libertad? Todos los sinceramente aceptan a Cristo reconocerán su ley como primordial, a pesar de lo agobiante que puede resultar en algunas de sus presentes relaciones.

 

Es una de las estrechuras de la verdad la que exige a aquellos que la reciben que deben "contender ardientemente por ella", aunque un ángel del cielo se oponga a ella o la corrompa (Judas 3; Gálatas 1:8-9), y que los que la reciben la mantienen intacta y sin mancha entre ellos, como base y asociación entre los que la profesan, rehusando caminar con un hermano que ya sea desobedece sus preceptos (2 Tesalonicenses 3:14; Romanos 16:17), o rehúsa consentimiento a sus enseñanzas en asuntos vitales (2 Juan 10; 1 Timoteo 6:3-5). Esta actitud es tan contraria a la cordialidad natural que es fácil alejarse de ella, e inventar teorías que nos relevarán de sus desagradables obligaciones.

 

La controversia referente a la inspiración nos ha forzado a la re-consideración de este asunto. Decimos re-consideración, porque se consideró y debatió en el principio de cosas relacionadas con la verdad en esta generación, y por algún tiempo se le dejó satisfactoriamente de lado. La causa principal de nuestra preocupación en nuestra actual situación ha sido la divergencia de punto de vista que ha prevalecido en el fondo de este asunto fundamental. Muchos que han aceptado el carácter totalmente inspirado de las Escrituras, no han podido ver la necesidad de insistir en esa verdad en nuestra base de hermandad.  Ellos se han sentido inclinados a dejar el asunto como "un interrogante". Este es el resultado de una percepción tenue o defectuosa de la doctrina apostólica de la hermandad (una doctrina de sentido común), que requiere acuerdo en temas fundamentales como primera condición para caminar juntos, o co-operar, asociarse, o unirse con otros en la prosecución de los objetivos de la verdad. Como dijo un hermano que escribió sobre el asunto:

 

"En la actualidad prevalece un lamentable relajo respecto a lo que debe constituir la base de la hermandad. Se origina en parte en la ignorancia y en parte en un exceso de ansiedad por aumentar el número de miembros y juntar a los elementos divergentes. Esto inevitablemente ha de resultar en serios problemas o decadencia general... El interés en la verdad está en riesgo, y sin duda mucho depende de nuestra acción, en cuanto a si aún ha de mantenerse en su pureza y sencillez, o ha de caer en el laodiceanismo. Sin duda, la crisis es de la más aguda que ha ocurrido desde que fue sacada a luz en estos últimos días.  Se ha estado fraguando desde hace varios años. Uno era reacio a creerlo, y nos esforzamos para evitarlo. Una conducta demasiado prolongada de disciplina relajada y  falta de firmeza para tratar con principios errados en doctrina y práctica, sin duda ha intensificado el mal y lo ha hecho más amargo, gravoso y difícil de soportar. Estoy persuadido que será un buen resultado en el caso de aquellos muchos o pocos que superarán la tormenta aferrándose firmemente al ancla del alma, saliendo de este océano de padecimiento como el oro que es refinado en el fuego."

 

Con miras a una completa ventilación y eficaz exhibición de los principios Bíblicos de la hermandad, añadimos una serie doble de proposiciones en las que se ha hecho un esfuerzo por formularlas en su conexión con el asunto que ha estado perturbando a las ecclesias. Estaríamos complacidos de recibir y publicar críticas instructivas que se puedan ofrecer sobre este punto; o cualquier otro esfuerzo competente para ampliar o ilustrar los principios Bíblicos en la misma dirección.

 

 

                                                                                  LA PRIMERA SERIE.

I. "La hermandad [comunión] con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo" consiste en caminar por la luz, ya que Dios está en la luz.

II. "La hermandad [comunión] de unos con otros", depende enteramente de nuestra conformidad a este primer y necesario principio de  toda hermandad, que Juan presenta tan  enfáticamente en 1 Juan 1:6, 7.

III. La "luz" es una figura de dicción- una metáfora de la sabiduría divina, conocimiento verdadero y entendimiento preciso.

IV. Dios es la fuente de estos poderes incomparables. De ahí que "Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él".

V. Su luz se nos manifiesta de tres maneras: Primero, en Cristo; segundo, en las Escrituras; y tercero, en sus santos.

VI.   En Cristo: "Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí, no

         permanezca en tinieblas".

En las Escrituras: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" (Salmos 119:105).

En Su Santos: "Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como Hijos de luz" (Efesios 5:8).

VII. Habiendo establecido estos puntos por este medio, constituyen una cadena que conectan a Dios con el hombre, y ni un solo eslabón de ella se puede quitar ni de manera alguna deteriorar sin poner en peligro la secuencia completa  y romper la armonía de las relaciones divinas con nosotros de manera individual. Si usted quita a Cristo, usted destruye toda posibilidad de hermandad o comunión con Dios. Si usted manipula esa Biblia que él aprobó, usted igualmente hace un reconocimiento a la divinidad de su falta de esperanza, al mismo tiempo que elimina el único medio que hay en la existencia visible entre los hombres que puede edificarle y darle una herencia entre los que son santificados; usted destruye la base de los justos, y al hacer esto, usted disuelve la familia de Cristo.

VIII. Por lo tanto, "andar en la luz" significa "creyendo TODAS las cosas que en la ley y en los profetas estás escritas", como Pablo afirmó que hizo (Hechos 24:14), así como los subsiguientes escritos del Nuevo Testamento; manifestando esperanza hacia Dios según se halla incorporado en "Cristo nuestra esperanza", y además "sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor".

IX. Sin la paciente y fiel observancia de estas cosas, la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo es imposible, y en consecuencia la comunión de unos con otros es igualmente impracticable.

 

                                                                                           ADEMÁS.                              

¿No es un mandamiento del Señor que debemos recibir su palabra, sus oráculos, las Escrituras, como supremas? ¿No la hace cumplir Cristo en su "Escudriñad las Escrituras" (Juan 5:39) y en otros pasajes? ¿No lo enseña Pablo de muchas maneras, con respecto al Antiguo Testamento y al Nuevo?

Admitir esta inevitable conclusión y leyéndola bajo la luz que 1 Juan 2:3, etc., vierte sobre las condiciones de la verdadera hermandad, a saber: "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él". "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo". ¿No debemos exigir la valorización que hace Cristo del Antiguo Testamento, y la que hace Pablo tanto del Antiguo Testamento como de sus propios escritos, como una condición necesaria para ser reconocido en nuestra "comunión de unos con otros", si deseamos lograr el objetivo por el cual estamos trabajando, a saber: "la comunión con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo"?

 

 

                                                                                  LA SEGUNDA SERIE.

1. En el cumplimiento de su misión entre los hombres, la verdad actúa por separación y asociación.

Separa a los hombres del mundo: "Salid de en medio de ellos, y apartaos".

Asocia a aquellos que así se han separado: "Vosotros sois uno [...] no dejando de reuniros".

Produce estos resultados por la creación de ideas derivadas bíblicamente hacia la mente de aquellos sobre los cuales actúa. Por medio de estas ideas son dominados y controlados. Se convierten mentalmente en criaturas nuevas, y manifiestan el cambio en sus relaciones alteradas con los hombres y las cosas que los rodean.

2. Pero la asociación de los separados por la verdad se rige por condiciones que a veces  interrumpen esa asociación. De ahí que "No tengáis compañía", "retiraos", "apartaos", son mandatos apostólicos referente a algunos que han sido literalmente separados por la verdad.

3. Las condiciones de asociación se relacionan con dos departamentos de nuestra residencia en Cristo, los cuales se pueden expresar como convicción y carácter [...]. La unidad de convicción y la mutualidad de conformidad con cierta norma de acción, son las dos condiciones de las cuales crecen la asociación y la hermandad, y cuya ruptura necesariamente interfiere con la asociación.

4. Esta ruptura puede ser sólo parcial en cualquiera de los departamentos, y, no obstante, suficiente para causar la suspensión de la asociación en hermandad. Ejemplos apostólicos:

La negativa a reconocer que Cristo había venido en carne se consideró para no

recibir a hombres que creían en Dios y en el reino, y en varios otros elementos de la verdad.

Se declaró que la pereza era una razón para la suspensión de derechos, aunque los hombres se hubieron sometido a los mandamientos de Cristo.

5. Que la primera condición de la asociación es la creencia en la verdad, aparte de la percepción y recepción de ella, no hay base de hermandad.

6. Que la verdad que forma esta base se compone de varios artículos o elementos, los cuales son esenciales para su integridad como un todo.

7. Que es un asunto de deber requerir el reconocimiento de estos de parte de aquellos que afirman tener asociación con nosotros en la verdad.

8. Que no estamos en libertad de recibir a nadie que niegue o rechace creer en algunos de ellos, porque si se les recibe, se abriría el camino para la aceptación de tales principios entre nosotros, con la tendencia a corromper a toda la comunidad. Los elementos de la verdad están relacionados tan mutuamente que el desplazamiento de uno socava el fundamento de todos.

9. Un hombre que cree en la verdad, pero que está dispuesto pasar por alto que algunos con los cuales está en hermandad nieguen algunos de sus elementos esenciales, se convierte, por su propia voluntad, en un ofensor de la ley de Cristo, la cual exige la fiel mantención de su totalidad. Los siervos fieles de Cristo no pueden unirse a ellos, sobre la base de que aunque él mismo sostiene la verdad, dicho hombre es responsable del error de aquellos a quienes él admita, y por lo tanto, se convierte en el conducto de una responsabilidad similar a la de aquellos que puedan respaldarlo en hermandad: "Porque el que le dice: 'Bienvenido! participa en sus malas obras".

10. Que es deber de los amigos de la verdad sostenerla como una base de unión entre ellos mismos rehusando recibir ya se a aquellos niegan alguna parte de ella, o a aquellos que aceptarían a aquellos que la niegan.

11. Pablo manda retirarse de "alguno" que "no obedece lo que decimos", "por medio de esta carta". El manda a los hermanos a que estén firmes y retengan la doctrina que él les ha enseñado, "sea por palabra o por carta".

12. Pablo enseña por epístola que toda la Escritura se da por inspiración de Dios.

13. Tenemos la obligación de aferrarnos a esto, y rehusar asociación con cualquier hombre que niegue someterse a esta doctrina apostólica.

14. La doctrina de la inspiración parcial es una anulación de esta enseñanza apostólica; y  en consecuencia, es una doctrina que, apostólicamente, estamos obligados a apartarnos de sus partidarios.

15. Que la mayor aprobación de la razón respalda esta obligación apostólica, ya que, lógicamente, cuando la doctrina de la inspiración parcial entra en acción, nos priva de la confianza en el único acceso que tenemos a la mente divina en nuestra generación.

--'The Christadelphian', 1885, páginas 385-389.

 

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